Prótesis de rodilla. Contraindicaciones y tiempo de recuperación

La artrosis de rodilla o gonartrosis es una patología no inflamatoria de la rodilla; caracterizada por la degeneración del cartílago articular y por la presencia de cambiaos reactivos (habitualmente proliferativos) en las epífisis óseas, membrana sinovial y la cápsula articular.

La artrosis es la enfermedad articular más frecuente del mundo. Afecta a todas las poblaciones y aumenta con la edad. En España, la prevalencia de gonartrosis de la población mayor de 20 años se estima en un 34%.

Los síntomas de la gonartrosis incluyen dolor mecánico y al presionar los relieves articulares, rigidez matutina inferior a 30 minutos y deformidad articular tardía. Además, puede existir crepitación a los movimientos, inestabilidad, derrame articular y como consecuencia de todo ello, limitación funcional en grado variable.

La artroplastia o prótesis de rodilla es un tratamiento quirúrgico practicado con mucha frecuencia. Ofrece alivio seguro y efectivo para el dolor en pacientes afectados por artritis y osteoartrosis; así como la restauración de la función.

¿Cuándo intervenir?

Las patologías que con más frecuencia preceden a una prótesis de rodilla son la artrosis y la artritis reumatoide.

El procedimiento estará indicado cuando el individuo sufre dolor intenso, grave deformidad e importante deterioro funcional, que repercute en la calidad de vida del enfermo; y que además no responde a tratamientos conservadores, ni quirúrgicos menos radicales.

La edad ideal para implantar una prótesis de rodilla debe ser superior a 55-60 años, ya que el riesgo de fracaso de cualquier implante, aumenta cuando la supervivencia del individuo supera a la vida útil del implante; aunque la supervivencia del implante es muy alta durante la primera década e incluso la segunda de vida del mismo.

Contraindicaciones

Las contraindicaciones absolutas a esta intervención son: infección articular reciente, infección sistémica, artropatía neuropática y artrodesis sólida indolora.

Las contraindicaciones relativas son: osteoporosis severa, salud débil, mecanismo extensor no funcional, patología vascular periférica significativa y en genu recurvatum es probable que éste reaparezca.

Tipos de prótesis de rodilla

Existen diferentes tipos de prótesis de rodilla en el mercado. Podemos clasificarlas atendiendo a diferentes criterios en:

  1. Número de compartimentos remplazados:
    1. Unicompartimentales: se emplean en artrosis femoro-tibial unilateral. La cirugía es más conservadora, la recuperación tras la cirugía es menor y permite conseguir mayor movilidad y propiocepción. El problema es que resulta difícil determinar si realmente la artrosis es de un solo compartimento y si el compartimento no sustituido desarrollará artrosis con el tiempo.
    2. Bicompartimentales: se sustituye completamente la superficie tibial y femoral.
    3. Tricompartimental: además se sustituye la superficie posterior de la rótula. Es la prótesis que se utiliza con mayor frecuencia.

Los dos últimos grupos se engloban dentro de las prótesis totales.

  1. Utilización o no de cemento como anclaje:
    1. Cementadas: se cementan los dos componentes mayores de la prótesis. Se emplean en personas mayores y sedentarias, huesos poroticos y mala adaptación de la prótesis a los cortes óseos. Se evita su uso en personas con larga esperanza de vida.
    2. No cementadas: pueden tener un revestimiento «poroso» o un tratamiento superficial con hidroxiapatita, que favorece la osteointegración. Esta fijación, en principio, no debería deteriorarse con el tiempo, con lo cual, es ideal para personas jóvenes y activas. Como ventajas presentan un menor tiempo de intervención, ausencia de necrosis ósea, ausencia de alteración de la prótesis por interposición de partículas de cemento y menores dificultades en caso de reintervención o infección. Las desventajas son que la estabilidad primaria es menor que en las cementadas y el riesgo de que se desplace la prótesis es mayor durante el primer año.
    3. Híbridas: componente femoral sin cementar con superficie porosa, con rótula y tibia cementada.
  2. Solicitaciones mecánicas a que se someten las prótesis:
    1. Constreñidas: tienen un eje o bisagra que une el componente femoral y tibial. Solo permite la flexo-extensión. Soportan grandes solicitaciones mecánicas, por lo tanto, presentan más riesgo de aflojamiento y deben estar sólidamente ancladas al hueso. Esta situación da lugar a un alto índice de complicaciones.
    2. No constreñidas: presentan menos solicitaciones mecánicas y por tanto los anclajes pueden ser más reducidos.
  3. Actuación sobre el ligamento cruzado posterior: este ligamento puede ser preservado o sustituido por un pivote central (prótesis estabilizada posterior). La estabilidad antero-posterior también puede asegurarse por una superficie articular tibial en cubeta (prótesis semiconstreñida). La actuación sobre este ligamento es controvertida, ya que no se encuentran grandes diferencias entre preservarlo o sustituirlo.

Complicaciones

Como toda intervención quirúrgica presenta riesgos y complicaciones, aunque parecen numerosas, el avance en la técnica quirúrgica y la destreza de los traumatólogos hacen que la gran mayoría de las mismas sean poco frecuentes:

  • Complicaciones cutáneas: retraso de la cicatrización, dehiscencia de la sutura, necrosis cutánea.
  • Infección de la prótesis: es la complicación más temida. La artroplastia de rodilla presenta una tasa más alta de infección que la de la cadera.
  • Hematoma postoperatorio: produce dolor y a veces es necesario ser evacuado quirúrgicamente.
  • Parálisis nerviosa: suele producirse por tracción, compresión o isquemia; rara vez por lesión directa. El más frecuentemente afectado es el nervio ciático poplíteo externo, afectándose normalmente el músculo extensor largo del dedo gordo y tibial anterior, también puede haber déficit sensitivo en la primera comisura digital.
  • Síndrome de dolor regional complejo: es raro su aparición. Debe sospecharse ante un dolor excesivamente intenso, continuo, quemante y sin relación con la carga o movilidad articular. Suele acompañar signos inflamatorios, rigidez, hiperhidrosis (exceso de sudoración) y alodinia.
  • Calcificaciones heterotópicas: causan limitación dolorosa en la movilidad de rodilla e interfieren en actividades como subir escaleras o agacharse.
  • Complicaciones vasculares.
  • Aflojamiento de la prótesis: acontece durante los dos primeros años y afecta al 4% de los pacientes a los 12 años. Se manifiesta de forma constante por dolor moderado o severo a la carga y es reproducible al aplicar fueras en varo-valgo.
  • Rigidez: es relativamente frecuente. Se caracteriza por un balance articular menor de 90º, dolor y discapacidad funcional.
  • Complicaciones femoro-patelares: inestabilidad rotuliana, aflojamiento del componente patelar, rotura cuadricipital o del tendón rotuliano, fractura de rotula.
  • Síndrome del chasquido o clunk patelar: se produce por la formación de un nódulo fibroso en la unión de la cara posterior del tendón cuadricipital y el polo proximal de la rótula, que al flexionar la rodilla entra dentro de la escotadura intercondílea dando lugar a un chasquido al salir de ella con la extensión.
  • Inestabilidad articular residual lateral o anteroposterior superior a 5º: la inestabilidad lateral puede dar dolor en el lado distendido. La inestabilidad antero-posterior suele dar aprehensión, pero no dolor.
  • Fracturas de periprotésicas: poco frecuentes. Se producen más en prótesis de revisión y en pacientes con deficiente masa ósea.
  • Fracturas de estrés: se pueden producir meses o años después de la intervención debido a una modificación de la transmisión de cargas y a un aumento de la actividad por el alivio de la sintomatología que proporciona la prótesis al paciente.
  • Ruptura y desgaste de los componentes.
  • Mal alineamiento rotacional de los componentes: puede causar dolor, rigidez y fracaso temprano de la prótesis.

¿Puedo practicar deporte con la prótesis de rodilla?

El regreso a la actividad después de una artroplastia de rodilla, ya sea en deporte u otras actividades, es motivo de preocupación en los pacientes. Existen diferentes factores que influyen en el regreso al deporte, ya que la artroplastia no es una réplica de una rodilla sana, y por tanto tiene sus propias limitaciones (diseño de la prótesis, edad, práctica deportiva previa a la prótesis, peso corporal, motivación, etc).

Existen diversos estudios que han intentado establecer recomendaciones en cuanto a los diferentes tipos de actividades deportivas:

  1. Deportes recomendados autorizados: caminar, bicicleta estática, gimnasia suave, golf, natación, danza.
  2. Deportes autorizados con experiencia: bicicleta de carretera, senderismo, esquí, tenis (en la modalidad de dobles), vela, remo, piragüismo.
  3. Deportes no autorizados: fútbol, baloncesto, balonmano, voleibol, trotar, tenis individual.

Los deportes con intensidad intermedia pueden autorizarse a pacientes en buenas condiciones físicas y con experiencia previa en ese tipo de deportes. Los deportes de baja intensidad se pueden recomendar a todos los pacientes, al menos después de una rehabilitación suficiente.

¿Cuándo puedo volver a practicar deporte?

El tiempo de recuperación para actividades de la vida diaria en la artroplastia de rodilla está en torno a un mes. Generalmente, el tiempo mínimo de recuperación postoperatoria antes de regresar a la actividad deportiva es de tres meses. Sin embargo, los pacientes con prótesis total de rodilla vuelven a la actividad deportiva en promedio después de seis meses.

En cualquier caso, el regreso al deporte debe ser progresivo, permitido por el traumatólogo, y debe seguir una rehabilitación bien pautada y desarrollada por fisioterapeutas con experiencia.

Fisioterapia en el tratamiento de las prótesis de rodilla en Murcia

Los resultados en cuanto al alivio del dolor y mejora de la limitación funcional son excelentes. Como hemos comentado anteriormente, seguir un programa de rehabilitación es altamente recomendable para una recuperación óptima y obligatorio para la reincorporación a la actividad deportiva, ya que hay que conseguir unos niveles de fuerza y un control propioceptivo que nos capacite para la práctica deportiva minimizando el riesgo.

Fases de tratamiento:

  • Preoperatorio: existe una relación de un mejor resultado funcional en pacientes con una fuerza mayor de la extremidad antes de la cirugía; sin embargo, existe controversia en cuanto a la recomendación de fisioterapia preoperatoria. Revisiones recientes observaron mejoras significativas en la función, fuerza de cuádriceps y disminución de la estancia hospitalaria, en individuos que realizaban fisioterapia preoperatoria.

En esta fase, el tratamiento englobará medidas que proporcionen analgesia y ejercicios para mejorar la fuerza de los miembros inferiores.

  • Postoperatorio inmediato: corresponde al periodo de hospitalización del paciente tras la intervención. Los objetivos en esta fase van a estar orientados a aliviar el dolor, enseñar al paciente la transferencia de supino a sedestación y de sedestación a bipedestación, iniciar la recuperación del balance articular, mejorar el tono muscular, inicio de la carga con enseñanza del uso de medidas ortopédicas y luchar contra el edema postoperatorio.

Para ello nos serviremos de:

    • Crioterapia: para disminuir dolor e inflamación.
    • Ejercicios respiratorios: especialmente en paciente de edad avanzada, en los que la capacidad respiratoria suele estar limitada. Enseñar ejercicios básicos de respiración profunda y tos, para prevenir complicaciones respiratorias tras cirugía.
    • Movilización pasiva continua: la disponibilidad de una máquina que moviliza la rodilla de forma pasiva en un rango de movimiento establecido mejora la recuperación del balance articular en combinación con la fisioterapia.
    • Cinesiterapia.
    • Ejercicio terapéutico: enseñar al paciente la realización de ejercicios isométricos de miembros inferiores desde las primeras 24 h tras la intervención, para comenzar a fortalecer la musculatura y favorecer el retorno venoso. También realizar un trabajo de fuerza orientado a miembros superiores y tronco para facilitar el uso ayudas protésicas para la marcha.
    • Reeducación de la marcha.
  • Postoperatorio tardío: se inicia al recibir el alta hospitalaria. Se continúa con el tratamiento anterior haciendo énfasis en conseguir una flexión mínima de 90º y extensión completa. Progresar en la exigencia del ejercicio para conseguir un balance muscular normal. Realizar ejercicios de equilibrio y continuar con la reeducación de la marcha. Esta fase concluye cuando se ha recuperado un balance articular normal y se han obtenido unos niveles de fuerza y equilibrio que permitan realizar una actividad diaria normal.
  • Readaptación deportiva: aquellos individuos, que por su situación quieran volver a practicar actividad deportiva y estén autorizados por el especialista. Una vez hayan completado la fase anterior se iniciará un programa de ejercicio terapéutico en los que se hará énfasis en mejorar los niveles de fuerza, equilibrio y control propioceptivo simulando movimientos propios del deporte.

En Centro Impulso somos especialistas en el manejo y tratamiento de prótesis de rodilla en Murcia. Nuestra área de fisioterapia en contacto con el resto de  equipo multidisciplinar diseñara un tratamiento integral y especifico en todo el proceso con el objetivo claro de recuperar tu calidad de vida.

Referencias

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