Aceite de Girasol. ¿Qué debemos saber?

Primero fue el aceite de palma, ahora el aceite de girasol, ¿qué hacer?

En los últimos meses e incluso años hemos tenido acceso a multitud de información, opiniones, documentales y programas de televisión que abordaban la idoneidad, la necesidad o el perjuicio de que el aceite de palma forme parte de distintos productos alimenticios. Parte de esta información ya fue analizada desde este blog en una entrada anterior. Entre otros problemas de salud, el acúmulo de grasas saturadas está directamente relacionada con algunas enfermedades endocrinas e incluso algún tipo de cáncer. Este hecho ha dado lugar a que muchas empresas del sector hayan decidido buscar nuevas fórmulas para eliminar el aceite de palma de sus etiquetas nutricionales, puesto que entre otras razones, había razones económicas: estaban descendiendo sus ventas.

¿Y qué han hecho? Principalmente sustituir el aceite de palma por aceite de girasol. Ahora podemos ver como muchos productos llevan una orgullosa imagen donde especifican que contiene aceite de girasol (cuando antes querían ocultar que llevaban aceite de palma) e incluso hay alguno que ha incluido aceite de girasol alto oleico, que es una versión del aceite de girasol con aun menos ácidos grasos saturados.

¿Qué diferencia existe en la composición del aceite de palma y el aceite de girasol?

Si comparamos la proporción de ácidos grasos de cada uno de estos dos aceites, la balanza se inclina a favor del aceite de girasol, pues tiene casi cuatro veces menos contenido de ácidos grasos saturados, que vienen a ser sustituidos por ácidos grasos poliinsaturados. Sin embargo, desde el punto de vista organoléptico, no es tan beneficioso su cambio para la industria alimentaria, pues los alimentos no tienen ya ni la misma consistencia, ni el mismo sabor.

Un estudio de la Universidad de Granada apunta al aceite de girasol como perjudicial para la salud

Sin embargo, hace unas semanas surgió un nuevo estudio que parece traer al mundo de la nutrición nuevamente un debate sobre el universo de los aceites en la industria alimentaria. En este estudio, un equipo internacional de científicos dirigido por un grupo de investigación de la Universidad de Granada, ha demostrado que el consumo prolongado de aceite de girasol (o pescado) afecta al hígado, pudiendo desarrollarse una esteatohepatitis no alcohólica. Previamente, las ratas sufrieron en sus hígados lesiones como fibrosis, alteraciones ultraestructurales, bloqueo a nivel de expresión génica y un alto grado de oxidación hepática. Estos resultados fueron mucho mejores en aquellos animales alimentados con aceite de oliva virgen. La esteatohepatitis produce además de acumulación de grasa en el hígado, inflamación y lesión de las células hepáticas.  Ciertos problemas médicos, incluyendo la obesidad, el síndrome metabólico y la diabetes tipo 2, hacen que una persona sea más propensa a desarrollarla.

El responsable principal del estudio, el Dr. Quiles, afirma que en el hígado se va acumulando grasa a lo largo de nuestra vida, pero el tipo de grasa que se acumula es diferente según la alimentación, por lo que esa diferencia facilitará en mayor o menor medida la aparición de patologías hepáticas.

Por tanto, surge un nuevo debate, ¿se debe cambiar ahora el aceite de girasol de los distintos alimentos por aceite de oliva? ¿asumirá la industria alimentaria este coste multimillonario? ¿estamos dispuestos a pagar más por los mismos alimentos pero que contengan aceite de oliva? Varias cosas debemos tener claras: las consecuencias negativas derivadas del consumo de aceite de girasol son tras un consumo prolongado en el tiempo, y con muy alta asiduidad, además, el aceite de palma ha demostrado también consecuencias negativas, y por último, todos estos problemas se minimizan con una dieta variada y saludable.

Y entonces, ¿qué puedo comer con tranquilidad? 

Queremos hacer hincapié en vigilar qué comemos y en aumentar el consumo de verduras y frutas. ¿Por qué? Porque por su alto contenido en fibra y vitaminas van a tener propiedades antioxidantes y anticancerígenas. Cada vez más, se publican estudios con problemas derivados del consumo de algunos alimentos: carnes rojas, procesadas, productos azucarados, pescados con metales pesados, etc. Es difícil permanecer ajeno a todas estas publicaciones.

Algunos de vosotros preguntáis agobiados qué comer, porque habéis oído o leído noticias negativas de muchos alimentos. Es muy importante adaptar nuestra alimentación para que cada vez sea más sana y adecuada. En Centro Impulso somos especialistas en nutrición, si quieres mejorar tus hábitos alimenticios o empezar una dieta más saludable y además personalizada, ponte en contacto con nosotros y te atenderemos y resolveremos todas tus dudas.

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