Bollería y obesidad. Aprendiendo a comer.

La bollería forma parte habitualmente de la dieta de los más pequeños. Es conocido que actualmente la obesidad infantil ya se ha convertido en un problema de graves consecuencias en el mundo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS),  la prevalencia ha aumentado a un ritmo alarmante. Se calcula que en 2016, más de 41 millones de niños menores de cinco años en todo el mundo tenían sobrepeso o eran obesos. Cerca de la mitad de los niños menores de cinco años con sobrepeso u obesidad vivían en Asia y una cuarta parte vivían en África. En España ocurre de manera similar, y lo que es para muchos y muchas desconocido es que esa obesidad infantil condiciona la vida futura.

¿Hay enfermedades relacionadas con la alimentación?

Sí, un altísimo porcentaje de los niños y niñas obesos acaba convirtiéndose en adultos y adultas con sobrepeso u obesidad, y esto predispone a la aparición futura de enfermedad endocrinas que con una buena alimentación son prevenibles, como por ejemplo: la hipercolesterolemia, diabetes tipo 2 o hipertensión. Por tanto, es muy importante educar desde la infancia en el ámbito de la alimentación, y tener paciencia con los niños y niñas que comen mal.

A veces, por evitar una rabieta o por las prisas que los adultos llevamos no prestamos la atención necesaria en estas tareas y acabamos cediendo ante alimentos como la bollería, menos cualificados nutricionalmente pero más sabrosos y, por tanto, preferidos por los pequeños y pequeñas. Sin embargo, normalmente, cuando un producto es más sabroso, quiere decir que tiene mayor contenido en grasas y azúcares, que en muchas ocasiones, van a ser grasas saturadas y azúcares añadidos. En consecuencia, no solo estamos proporcionando una mala alimentación que puede condicionar la aparición de futuras enfermedades en su vida, sino que además estamos acostumbrando a su paladar a esos sabores por lo que tiempo después, será prácticamente imposibles reconducirles a la cultura alimenticia de las verduras y legumbres, tan asociada a la dieta mediterránea y beneficiosa para la salud.

La OMS también añade que la prevalencia creciente de la obesidad infantil se debe a cambios sociales. La obesidad infantil se asocia fundamentalmente a la dieta malsana y a la escasa actividad física, pero no está relacionada únicamente con el comportamiento del niño, sino también, cada vez más con el desarrollo social y económico y las políticas en materia de agricultura, transportes, planificación urbana, medio ambiente, educación y procesamiento, distribución y comercialización de los alimentos.

Para calcular el peso ideal de un niño o una niña, aunque de forma aproximada, hay que multiplicar la edad en años por dos más ocho. Por ejemplo, si queremos saber cuánto debe pesar de media un niño de ocho años, se multiplica la edad (8) por 2 y suma 8. Es decir, 8 x 2 + 8 = 24 kilos.

¿Y qué hace que se plantee la bollería industrial como objetivo nº1 a desterrar de la alimentación infantil?

Pues principalmente, un alto contenido en grasas, sobre todo grasas saturadas y “trans”, las más señaladas pues se conoce su relación con las enfermedades metabólicas enumeradas anteriormente, contribuyendo entre otras cosas a altos niveles de LDL y formación de placa de ateroma, e incluso relacionadas con algunos tipos de cáncer.

También es importante su alto contenido en aceite de palma o de girasol, descritos en entradas anteriores, donde ya comentamos su utilización por su precio económico y características de conservación y palatabilidad, por tanto la bollería debe ser uno de los principales alimentos a desterrar.

Y además, son productos con un alto contenido en azúcares simples o azúcares añadidos de origen industrial, en forma de azúcares refinados, con lo que ello supone para la descalcificación de los huesos (importantísimo para su crecimiento), y otras enfermedades metabólicas como la diabetes tipo 2. Añadiendo a esto la sobrecarga que produce en el hígado. Por último los aditivos y conservantes que contiene también tienen consecuencias negativas, y son todos ellos de origen industrial. 

Es cierto, que en ocasiones, como hemos comentado antes, es difícil decir no, sobre todo a edades en las que la mayoría de compañeros del colegio de nuestros hijos e hijas sí consumen bollería, pero debemos ser consecuentes con la importancia de la alimentación y educación nutricional en los más pequeños. Por ello, es tan necesaria una intervención transversal, a todas las escalas, de forma que se evite o reduzca el consumo de estos productos. Un paso importante fue hace unos años eliminarlos de las máquinas expendedoras de los colegios. ¿Qué opción podemos entonces adoptar? De vez en cuando, con comedimiento, cocinar estos productos en casa: bizcocho casero, unas magdalenas caseras, algún dulce de chocolate… Lo que incluso será una actividad divertida pero con ingredientes mucho menos perjudiciales.

En Centro Impulso Murcia, somos expertos en nutrición y nutrición infantil, realizamos un estudio personalizado de vuestras necesidades y os recomendamos aquello que os permitirá un mejor estado de salud y de preparación física, es necesario examinar qué comemos periódicamente y enmendar aquellos pequeños desajustes que podamos tener, así como vigilar el correcto desarrollo de nuestros hijos e hijas. Si quieres probar con nosotros no dudes en concertar una cita por los canales habituales.

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